Una rectificación muy importante en el proceso debe orientarse a impedir la ocurrencia de nuevos crímenes de lesa humanidad mientras se realizan los diálogos.
Más allá de la tonelada de preguntas que aún tenemos los colombianos sobre estos extraños episodios, necio sería desconocer que la liberación del general Alzate y sus acompañantes es noticia buena y que alegra por los liberados y sus familias. Bienvenidos. Y necio sería pretender que la paz quedó lista y que las Farc reencarnaron en angelitos redentores.
Las liberaciones oxigenan y brindan la oportunidad de introducir correctivos urgentes y profundos a la conducción del proceso en todos aquellos temas que harían inviable un acuerdo entre Santos y ‘Timochenko’, que impedirían su refrendación popular o que conducirían a una paz de relumbrón sin perdurabilidad. He aquí 6 tareas urgentes.
1) Santos debe exigir la liberación de todos los secuestrados y el cese inmediato del reclutamiento de menores. Es ética y políticamente inadmisible que Santos acepte que haya colombianos de primera y de segunda. La misma vehemencia que desplegó para lograr el retorno del general se debe emplear con todos los secuestrados y menores que están en las filas de las Farc. No deberían Santos y De la Calle seguir ignorando olímpicamente el artículo 44 de la Constitución, que los obliga a privilegiar los derechos de los niños.
2) Santos debe rechazar la cruel interpretación de las Farc según la cual negociar en medio del conflicto implica tolerar nuevos crímenes de lesa humanidad. Santos en ese frente fue muy débil. Calló cuando no podía callar y aceptó lo inaceptable, como cuando les remataron con tiros de gracia a una veintena de sus uniformados sin pronunciar una sola sílaba de rechazo. Con los militares y policías no se juega. El pretendido y deseable acuerdo para desescalar el conflicto mientras se realizan los diálogos debería empezar por aquí.
3) Santos debe alinear su gobierno para recuperar comunicaciones claras y confianza. Mucho daño ha hecho a la credibilidad del proceso mantener una estrategia de doble faz, un gobierno de dos caras sometido a los afanes o ambiciones de los funcionarios, pues se erosiona por completo la confianza. Si no fuera por la tragedia que entraña, parecerían de comedia los arrebatos retóricos del Ministro de Defensa, que sistemáticamente contradicen en Cuba y viceversa. Santos debe ser firme, claro y serio. Debe tener una voz articulada.
4) Santos debe exigir coherencia y cohesión a las Farc. Así como estas reclaman coherencia al Gobierno, Santos debe garantizarle a Colombia que los diálogos de Cuba no son un camino para llenar de beneficios a unos negociadores y a la cúpula guerrillera y dejar en el monte mucha tropa y muchos frentes, refrendados como cartel de droga o combustibles y reconvertidos en ‘bacrim’ de minería ilegal. Para ello, si quiere paz perdurable, debe acelerar el proyecto que cursa en el Congreso para enfrentar con plena contundencia a ‘farcrim’ y bacrim.
5) Santos debe gobernar. Cuba se chupó a Santos. Santos luce ausente, despreocupado y desinformado frente a asuntos cruciales del país y de la gente. Parece que no le importaran o que no estuviera al mando. Y que solo Vargas Lleras y Gina, con sus respectivos ministerios, gobernaran e hicieran la tarea mientras Cárdenas chambonea e improvisa desparpajado y el resto del equipo se va haciendo invisible o estéril. Su gobierno no se agota en Cuba, Presidente.
6) Santos debe acelerar el proceso. Aunque ya se incumplió eso de que el proceso duraría meses, no años y que se han burlado todos los plazos sucesivos definidos por Santos para efectos electorales y de mercadeo, no se puede tolerar la metódica dilación de los acuerdos. Dicen que los temas medulares entran a la mesa en Cuba y se exige más voluntad que retórica. Sobra literatura en los documentos y faltan decisiones prontas. Apure, Presidente, apure.
@juanlozano_r