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Adiós a las fronteras

La política exterior colombiana marcha al son que le tocan en La Habana, que no es el de Celina, sino el de Las Farc y sus aliados, lo que significa, que no sólo estamos perdiendo el control del Estado, sino el Estado mismo. Enfoquémonos sólo en dos países: Venezuela y Nicaragua.

 

Para Maduro, la emigración desde Colombia para recibir las bondades del paraíso bolivariano, sólo es comparable con la de africanos a la Unión Europea; la escasez de alimentos la explica porque éstos salen, de contrabando para nuestro país; y la violencia en la frontera es provocada por paramilitares colombianos, dirigidos por Uribe, por lo que determina el estado de excepción en la frontera por sesenta días. Y, recuerden, que hace algunas semanas afirmó que nuestro país se ha apropiado de mar venezolano, por lo que cambió el mapa de aguas en disputa, tratando de quedárselas para “preservar la riqueza” del mencionado paraíso.

 

¡Qué tal! Este dictador trata de azuzar la histeria anticolombiana, acorralado, como está, por la hiperinflación y la escasez estructural de alimentos –que es tan dramática que ese riquísimo país está ahora al borde de la hambruna- y un largo etc., provocadas, como lo he sostenido en distintas ocasiones en esta columna, por la corrupción narcobolivariana que se roba el país, cuando no lo quiebra y la hecatombe producida por los bajos precios del petróleo. A lo anterior hay que sumar una alta tasas de homicidios, la represión oficial orquestada por las bandas paramilitares bolivarianas y un mando castrense, en buena parte cebado con el presupuesto y el narcotráfico.

 

Lo de que los alimentos están en Colombia, es un chiste, y de los malos. Por la frontera es cada vez más difícil que salga comida con destino a nuestra nación, por el simple hecho de que allá no hay. Y si alguna fracción logra filtrarse por una zona limítrofe cada vez más militarizada, dicha fracción, no explica las aterradoras carencias de los venezolanos.

 

Y lo de que la violencia allá es resultado de paramilitares colombianos, no deja de ser curioso, controlado ese país al centímetro por sus fuerzas armadas –que cuando quieren pasan a territorio colombiano a asesinar y robar a nuestros compatriotas- por las famosas milicias bolivarianas, por los servicios de inteligencia, encabezados por el de Cuba, y por las Farc y el ELN, que campean como Pedro por su casa, en esos territorios.

 

Con todas esas circunstancias, tendría que estar loco el colombiano que quisiera emigrar a ese país; lo que está ocurriendo es exactamente lo contrario, miles de personas están abandonando su “paraíso” socialista (del Siglo XXI) para afincarse en Colombia. Señor Maduro, mejor nos cuenta uno de vaqueros. Aquí sabemos que la entropía está acorralando a su régimen en plena época electoral y que no ha encontrado mejor solución para salir del atolladero que recurrir a la manida fórmula de atacar a los colombianos. Le va a tocar acudir otra vez al fraude electrónico para robarse las elecciones; sólo que ahora, será un fraude a la vista de todos, allá y en la comunidad internacional, salvo quizá, el secretario general de Unasur, el presidente de Colombia (que ya debe estar preparando el suyo), sus amigotes, los mandatarios de Cuba, Brasil, Ecuador, Argentina (estos tres últimos, con el agua al cuello, como usted), Nicaragua, y, claro, las Farc.

 

Pero, se pregunta uno, ¿qué hace el gobierno para defender a los colombianos y a los intereses del país frente a tales villanías? Nada. O peor, coludirse con Maduro para pisotear la soberanía nacional y darle la razón al dictador. Que van a combatir la violencia venezolana los dos países juntos, como si desde acá la provocáramos; que tienen la razón en lo del contrabando, por lo que se justifica la represión desembozada contra nuestros compatriotas, como si el contrabando (que como expliqué, debe ser ya exiguo), a causa de la situación de ese país, justificara los maltratos y humillaciones a los que los someten. Ah, y agreguemos que frente al golfo de Coquivacoa, una acción que presentaron como retractación, y que por supuesto, no solucionó el problema, fue admitida como buena por nuestro gobierno.

 

El señor Ortega, por su parte, anuncia que va a comprar barcos de guerra para hacer crecer su armada, con vistas a defender las aguas que le entregó el Tribunal de la Haya. Y ¿cuál fue la respuesta de la ministra – negociadora de paz? Que están en su derecho, que eso hacen los países. Como quien dice, de hecho aceptó la expropiación a que fuimos sometidos.

 

¿Y todo esto por qué? Porque hay que mantener la negociación con las Farc a toda costa, lo que significa no ya, no molestarlos, sino actuar de acuerdo a sus intereses. Y, pregúntense también ¿por qué esa organización no defiende ni los mares, ni el territorio, ni los ciudadanos colombianos cuando son atropellados por esos gobiernos?