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Cambios de fondo y reales

Para que Colombia entre a jugar en la cancha del mundo global, vamos a tener que abandonar ciertas posturas que nos mantienen atados al pasado.

 

Esas actitudes paralizantes existen en la economía, la política, el relacionamiento exterior, en fin, están presentes en todos los campos.

 

Veamos algunas:

 

1. En cuanto al funcionamiento de la democracia, es usual escuchar, tal como sucedió a raíz del resultado de las últimas elecciones presidenciales, que los vicios que afectan el sistema han existido siempre, razón por la cual es mejor para la estabilidad política cerrar los ojos ante los desafueros y pasar la página.

 

Mientras esta complacencia dañina sigue afectando la legitimidad del orden democrático, publicaciones tan serias como The Economist anuncian que las preocupaciones por la salud de la democracia resurgirán en el 2015.

 

Lo anterior obedece a los altísimos niveles de impopularidad de los dirigentes y al rechazo a los resultados de los gobiernos.

 

En Estados Unidos, por ejemplo, la encuesta de Gallup señala que el 80 por ciento está insatisfecho, cifra superior a la que se registró durante la crisis de Watergate, según la misma publicación.

 

Algo similar sucede en otros países, lo que aumenta las protestas por la incapacidad del sistema para hacer las cosas y pone en entredicho el papel de la prensa, el mercado y la globalización, entre otros aspectos.

 

Mientras el mundo le abre la puerta a debates de fondo sobre la democracia, en Colombia se sigue con la peligrosa teoría de que, como siempre ha habido problemas y nada ha pasado, aquí no pasa nada.

 

2. El proyecto de reforma tributaria demuestra que se sigue creyendo que lo que hay que hacer es cobrarle muchos impuestos a muy poquitos.

 

A diferencia de esa visión cerrada de la tributación, una de las reflexiones más importantes en el mundo económico internacional apunta a identificar fórmulas que paren la tendencia a la disminución de la base.

 

Es decir, a lograr que en lugar de que haya menos contribuyentes que pagan mucho, su número aumente mediante la imposición de menores gravámenes que estimulen la inversión, la creación de empresas y la generación de empleo formal.

 

3. En el debate sobre el equilibrio entre justicia y paz, con motivo de las conversaciones en La Habana, hay muchos que sostienen que Colombia puede hacer lo que quiera porque se trata de una nación soberana.

 

Lo anterior significa que todavía hay quienes creen que el país puede actuar como si se tratara de una isla desconectada por completo de las realidades globales, y alejada de las responsabilidades que tiene y de las oportunidades que le es posible disfrutar.

 

Estos son apenas tres ejemplos que nos deben movilizar para que Colombia deje de seguir amarrada a visiones anacrónicas y paralizantes.

 

Urgen los cambios de fondo y reales.