Sitio oficial
 

Cuando se pierde la autoridad moral…

Hace aproximadamente tres años publiqué una columna en el Diario La República que llevaba este mismo título. En esa época el país estaba viviendo una situación parecida a la actual, situación de inestabilidad social por la celebración del famoso paro agrario. En esa columna me referí al complicadísimo hecho de que llegar a un acuerdo entre las autoridades y los campesinos iba a ser difícil, entre otras razones por la obvia infiltración de los grupos armados ilegales que se estaba viendo en la protesta.

 

La situación actual no dista mucho de lo que se vio en ese momento. Para la muestra este video que subió a Twitter mi amigo Gustavo Gómez, video que claramente demuestra que esta protesta tiene de todo, menos pacifismo:https://twitter.com/gusgomez1701/status/738007467024650240

 

En mi columna de hace tres años le presenté a los lectores algunas reflexiones, unas que, desafortunadamente para Colombia, continúan siendo válidas en este momento. Las vuelvo a presentar acá:

 

1. Es extremadamente claro que grupos de izquierda colombianos continúan pescando en río revuelto para avanzar su agenda anti-globalización. Personajes turbios de la política local siguen enfocados en el objetivo de venderle al pueblo Colombiano la idea de que los TLC son los culpables de la debacle del campo colombiano. Nada más alejado de la realidad. En un fantástico escrito también de esa época, el investigador del prestigioso Cato Institute en Washington, Juan Carlos Hidalgo, demostraba, con estadísticas, que el problema del agro en Colombia no tenía nada que ver con los TLCs. Por ejemplo, según cifras fidedignas que presentaba Juan Carlos, es una completa falacia que Colombia esté o estuviera “inundada” de pollos norteamericanos. Según Hidalgo, los pollos norteamericanos solo explican 2,5% del total consumido en Colombia.

 

 
Javier Díaz, presidente de Analdex, también discutía en su columna de La República hace los mismos tres años que la incapacidad de Colombia para producir trigo en forma competitiva no tenía nada que ver con los TLC, sino con el hecho que Colombia está en el Ecuador, y por lo tanto la luminosidad que recibe el país no es la adecuada para ese cultivo. Javier también argumentaba hace tres años algo que yo siempre he sostenido: que Colombia tiene que avanzar en una agenda de organización del negocio agrario mucho más agresiva. Colombia no le debe mentir al cultivador de siete hectáreas de arroz. Colombia le debe informar al campesinado que la asociación con los vecinos de predio es el único camino válido a futuro, porque el futuro es el latifundio y la tecnificación de los cultivos. Entendámoslo de una vez por todas, por el bien de nuestros hijos. La agricultura artesanal basada en el minifundio no ha sido, no es, y nunca será rentable. 
 

 

2.    También como argumentaba hace tres años, desafortunadamente para el Colombia, lo cierto es que estamos comenzando a ver los grandes costos colaterales que trae negociar con las Farc la agenda política del país sin pedir el cese inmediato de la violencia y el castigo ejemplar como el quid pro quo inicial. La sencillísima realidad es que si uno decide darle estatus de interlocutor válido al asesino alias “Iván Márquez”, a uno le queda simplemente imposible exigirle al campesino de a pie que respete las reglas de juego y no bloquee vías o queme buses. Al igual a como argumentaba hace tres años, el lector está en plena libertad de insultarme por esta visión tan “radical” que presento, pero ese mismo lector sabe, en el fondo de su ser, que tengo absolutamente toda la razón en lo que estoy argumentando. 

 

3.     El futuro del campo en Colombia  requiere de la implementación de políticas de mediano y de largo plazo, no solo de corto plazo. En el corto plazo no hay más remedio que desperdiciar el presupuesto nacional subsidiando la producción ineficiente. Pero en el mediano y largo plazo las políticas tienen que estar guiadas a mejorar rápidamente la infraestructura vial del país, mejorar el acceso al crédito, y mejorar la seguridad, para poder lograr la anhelada disminución de los costos variables en la producción agrícola. Un dato final: queda claro que el problema del campo NUNCA fue un problema de tasa de cambio, sino la falta de infraestructura productiva, seguridad, y de emprendimiento.

 

@albertobernalle