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HOMENAJE A MILITARES CAÍDOS EN COMBATE
Noviembre 19 de 2002 (Bogotá, Cundinamarca)

Compatriotas:

Leer la documentación en la que se describen los actos
de valor de cada uno de los hombres que condecoraremos en esta
ceremonia, conmueve lo más profundo del corazón.

Ustedes, los presentes, en cuyos cuerpos hay huellas imborrables
de su valor y otros, que nos miran desde el cielo porque ofrendaron
la vida defendiendo al pueblo, merecen que la Patria exalte y
premie su heroísmo.

En cada caso personal hay una historia de valor y solidaridad,
de entrega incondicional, hasta el último sacrificio,
para hacer realidad los fines del Estado.

Honraron bien el juramento que compromete
a los servidores públicos:
proteger la vida, honra, bienes, creencias y demás derechos
y libertades de todos los colombianos.

Los nombres del capitán de la Policía, Javier Rojas
Rojas; del Teniente de Fragata, Mario Alfonso Villegas Gómez;
del subteniente de la Policía, Diego Acosta Herrera, del
suboficial de la Marina, Harry Rodrigo Oliveros García
y de los soldados Marco Antonio Sánchez y Bonifacio Gómez,
caídos en defensa de la Patria, deben ser grabados en
el mármol de la Nación, para que sus familiares,
amigos y paisanos mantengan viva la llama de su recuerdo. Para
que las futuras generaciones de colombianos, sepan cuánto
les deben y que por su sacrificio pueden gozar de seguridad y
paz.

Ellos murieron para que la infamia del secuestro termine, para
limpiar a las carreteras de salteadores, para evitar que una
bomba destruyera vidas y bienes de sus compatriotas o por enfrentar
a quienes pretenden hacer invivibles las ciudades.

El cabo segundo Oscar Diego Moreno Rosso y los soldados voluntarios
Vivian de Jesús Muñoz Ospina y Fredy Gustavo Sánchez
Carvajal, sufrieron heridas producidas por la más cobarde
y traicionera forma de combate: la siembra de minas antipersonales.

Nuestra tierra ha sido inundada con esos
artefactos explosivos que ponen en peligro a los niños
de las escuelas, a sus madres que desesperan cada vez que los
ven partir con sus cuadernos
debajo del brazo o a los jornaleros que salen con el alba a buscar
el sustento.

El mundo debe reconocer y homenajear a un compatriota que nos
enorgullece porque logró llevar la alegría y la
tranquilidad al pueblo de Zipaquirá y también a
Pacho (Cundinamarca), pero que también mostró a
la opinión pública nacional e internacional cuál
es el contenido y esencia de nuestra política de Seguridad
Democrática: de seguridad para todos.

Usted, soldado Yamith Alexis Camejo Mojica y sus compañeros,
con la cooperación de los ciudadanos, dieron un paso fundamental
para derrotar el flagelo del secuestro en el país, al
liberar, sanos y salvos, a monseñor Jorge Enrique Jiménez
y al padre Desiderio Orjuela. Gracias por devolverle la confianza
y la fe a los colombianos. Su acción demostró que
con persistencia, con integración de la ciudadanía
y de la Fuerza Pública, podemos derrotar ese crimen nefasto.

Celebro este esfuerzo hecho por los soldados y policías
de la Patria y que pudo consumarse eficazmente, gracias a la
cooperación de los ciudadanos.

Capitán de Fragata Rafael Colón Torres: su aplicación
como Comandante de Batallón y los resultados obtenidos
en contra de todas las formas de criminalidad organizada en la
costa sur del Pacífico colombiano, demuestran que la política
de seguridad tiene que ser permanente, que en esta brega no puede
haber noche ni domingo ni festivo ni minuto de reposo.

¿
Cómo lograr que el mundo reconozca que aquí se
concentra la mayor expresión del heroísmo y la
solidaridad, que la lucha de los colombianos contra el narcotráfico
y el terrorismo, la libramos en defensa de todos los seres humanos?

Premiamos el valor del teniente José Melo Pinzón,
de los suboficiales Carlos Bermúdez Carmona, Dagoberto
Bermúdez Villa y Guillermo Puerta Patiño, de los
infantes de Marina Juan Tamaniz Vélez, José Albeiro
Rozo Mosquera, del técnico tercero de la Fuerza Aérea
Jorge Eliécer Herrera López, del agente de policía
Jairo Ramírez Ávila.

En todos ellos brilla el arrojo, la pericia militar y la valentía
en defensa de la vida y bienes de miles de los compatriotas,
la solidaridad con el compañero en peligro o herido, la
disposición y entrega a una causa, la indignación
contra la injusticia del secuestro, la defensa incondicional
de los campesinos y habitantes de las aldeas más lejanas.

El pueblo colombiano es quien inspira nuestra política
de Seguridad Democrática.

No queremos más desplazamiento de campesinos ni masacres
ni toma destructiva de municipios. Convocamos a una gran rebelión
contra el secuestro, el terror y la pesadilla de la violencia.

¡
La suerte de Colombia está en manos de todos!

¡Que el Presidente, como primer soldado de la Patria, dirija
y estimule de día y de noche a la Fuerza Pública!

¡Que los policías y soldados,
de todos los rangos, se esfuercen por devolverle la paz y la
tranquilidad a sus compatriotas!

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