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El Rey Negro

“E igual que el neutrón puede inducir oscilaciones y hacer añicos el núcleo atómico, el petróleo puede hacer añicos la estructura laboriosamente construida de la economía mundial”. The Year of Economics: The Struggle for the World Product, Foreign Affairs, Abril de 1974.

 

Esta aseveración cumplió 40 años y parece escrita el año anterior para describir la situación económica actual. Un año antes de este informe, Henry Kissinger, uno de los actores políticos más determinantes de la segunda mitad del siglo XX y de los más lúcidos analistas mundiales, decía en una entrevista: “Controla los alimentos y controlarás a la gente, controla el petróleo y controlarás las naciones, controla el dinero y controlarás el mundo”.

 

El oro negro, rey imbatible por ahora de los energéticos, sigue siendo la sangre del sistema mundial, para bien y/o para mal. Lo que pasa o deja de pasar con los hidrocarburos determina considerablemente muchos ámbitos mundiales, el éxito o fracaso de ideologías, proyectos políticos, posibilidades de desarrollo, avances tecnológicos, acceso a alimentación, viabilidad de sustitutos y hasta directrices del escenario geopolítico.

 

El precio del petróleo, su ubicación y acceso siguen siendo factores claves que afectan parte de la dinámica mundial y el caso del desarrollo del esquisto que ha convertido a E.U. en el primer productor de gas y posiblemente de petróleo, explica muchas cosas que pasan hoy y pasarían, como lo escribí en una columna hace tres años atrás.

 

El petróleo explica, solo para hablar de temas geopolíticos, la arrogancia de Putin hasta hace unos meses y también su reciente necesidad de bajar el tono. La viabilidad de recuperar sus áreas de influencia perdidas luego de la Guerra Fría, como la recién formalizada Unión Económica Eurasiática que pretende restablecer sus áreas amortiguadoras, pero que ahora se ve herida de muerte. La forzosa amistad de Alemania con Rusia, pero también las nuevas señales de no tener que arrodillarse tanto ante el azar Putin. La progresiva pérdida de importancia del Medio Oriente y el aceleramiento de su estructural inestabilidad. El aplazamiento de las aspiraciones de Irán y un empujón a los propósitos de su rival, la familia Saudí, por la hegemonía regional. La viabilidad del proyecto kurdo. Los nubarrones sobre la tan necesaria reforma energética mexicana y sobre la viabilidad fiscal del gobierno brasileño y su proyecto del Presal. El entierro de las aspiraciones secesionistas de Escocia por sus decrecientes campos petrolíferos. El deterioro acelerado del fracasado proyecto cubano que vivió con plata de otros, rusos y venezolanos, pero que los dos ahora huelen a muerto. Aunque a China no le hace daño que baje el precio del petróleo, la situación de E.U. hace que parte de la manufactura que emigró, pueda regresar. Si las tres flechas de Abe en Japón dan en el blanco, una recuperación japonesa se vería beneficiada por este nuevo escenario energético. Veremos si Ecuador realmente fue un milagro o una sobrevaloración. La costa occidental africana tal vez no retroceda su avance relativo pero su velocidad no sería la misma y las potencialidades energéticas de la costa noreste de ese continente son menos diáfanas.

 

Y mejor no hablemos del déficit fiscal colombiano.