Camarón que se duerme, se lo lleva la corriente. Ese refrán popular refleja lo que nos está pasando a los colombianos. Justamente indignados por el tratamiento que le está dando el dictador de Venezuela a los colombianos, con la excusa de que son paramilitares, no estamos dándonos cuenta de que nuestro país está a punto de perder su democracia por la puerta de atrás. Así como Maduro aprovecha la frontera para ganar las elecciones y condenar infamemente a Leopoldo López a casi catorce años de presidio, sin ninguna prueba, Santos abre el camino a la dictadura usando como escudo la expulsión y éxodo de veinte mil colombianos. Si uno fuera mal pensado, hasta podría pensar que los dos se pusieron de acuerdo para crear esa situación. Son capaces.
Tal como suena: Santos, como dije la semana pasada, está aprovechando la crisis humanitaria en la frontera para firmar el acuerdo con las Farc de la peor manera. El hombre que juega póquer agita el sentimiento nacional saliendo por televisión tratando de emular el nacionalismo perverso del individuo que habla con los pajaritos, diciendo que la revolución bolivariana se está destruyendo y poniendo condiciones inocuas para dialogar con Maduro, mientras en un conversatorio anuncia que birlará la voluntad popular en lo que respecta a la refrendación del acuerdo que ya las Farc avizoran optimistas, y que no pueden menos que festejar que todo lo que han pedido se los ha concedido este gobierno.
La lista de lo entregado es infinita y ha sido denunciada por políticos de la oposición, columnistas y el Procurador. Los ciudadanos son conscientes de que se desmantela nuestra democracia, se cogobierna con esa guerrilla, se legaliza el narcotráfico, se reducen las fuerzas armadas a su mínima expresión, se desconoce a las víctimas, se otorga impunidad por crímenes atroces, etc. Por eso, la gran mayoría está en desacuerdo con lo que se está pactando, como dejan ver claramente las encuestas.
Santos, entonces, en el colmo del cinismo dice que el referendo es un suicidio (claro está, para su engendro), por lo que queda descartado de plano y, en cambio, impulsa dos mecanismos que son simplemente una burla a los colombianos y a las promesas que hizo de refrendación: cita a un congresito, donde tiene garantizada la mayoría de votos por la composición actual, que no refleja la voluntad mayoritaria de los colombianos, con políticos que llegaron a su curul gracias a la mermelada que a borbotones les dio el presidente para llenar sus estómagos y comprar sus votos. Y como si fuera poco, anuncia que llevará, con voz y voto a un número indeterminado de miembros de las Farc, para amarrar el desarrollo del acuerdo, atado, además a la entrega de poderes especiales para legislar, que harán de Santos un dictador al mejor estilo venezolano.
Y como para que no queden dudas de la felonía que se está preparando, el referendo, que implica la votación de cada una de las partes del acuerdo, por lo que podrían aprobarse unas, pero rechazarse otras que los ciudadanos consideraran inconvenientes, habrá un plebiscito en el que se someterá la totalidad del acuerdo a una respuesta afirmativa o negativa, poniendo a los colombianos contra la pared. Esto, sin contar con que, como denuncia Jaime Jaramillo Panesso, para presionar a los votantes, firmará un acuerdo de cese al fuego bilateral, para dar la impresión de que se alcanzó la paz, para señalar a quienes estén en desacuerdo con el manido argumento de enemigos de ésta.
Hay que ser malpensado. Insisto en mi pregunta: ¿se pusieron Maduro y Santos de acuerdo en crear la actual crisis?