La demanda de café tiende a aumentar por el crecimiento del consumo en Asia. Se calcula que aumentará en 25% en los siguientes años. Para que Colombia aproveche este crecimiento tiene que hacer varios cambios.
Por un lado, porque ha venido disminuyendo la producción nacional de café desde los años 90, reduciendo sustancialmente la incidencia del café colombiano en los mercados internacionales. A modo de ejemplo, Colombia tenía en el año 1990 una participación de 40% en el mercado alemán, hoy apenas tiene el 3%.
En el período 1990-2013, la productividad nacional disminuyó 13%. Mientras tanto, en el mismo lapso, la productividad aumentó en Vietnam en 280%, en Honduras 85%, en Nicaragua 142% y en Brasil 185% (arábiga). Si tomamos el periodo 2000-2013, observamos que la disminución en Colombia es aún más grave: cae la productividad en 20%. En 1990, nuestro país producía 14.2 sacos por hectárea. En ese año, Vietnam producía 11.1 sacos y Brasil 7.7 sacos. Sin embargo, en los últimos años, Colombia ha venido produciendo 11.5 sacos por hectárea (en 2014 parece haber regresado a los 15 sacos), cuando Vietnam y Brasil producen respectivamente 39.3 y 24 sacos por hectárea.
Por otro lado, porque la Federación Nacional de Cafeteros(FNC) no parece tener la capacidad institucional de reversar las tendencias de los últimos años: la FNC limita, a través de sus políticas, la producción y exportación de café y mezcla su condición de gremio de los caficultores colombianos con su condición de negociante de café y de administrador del Fondo Nacional del Café. Esto último creando evidentemente ineficiencias de mercado, desincentivos para la competencia y abusos de costos y burocraciaadministrativa. De acuerdo con la Organización Internacional del Café (OIC), en ningún otro país caficultor están reunidas en una sola entidad tantas funciones del mercado interno del café, como en Colombia. Hoy, 79% es la proporción del precio de exportación que recibe el caficultor colombiano. En países como Brasil y Vietnam, en donde no existe una entidad similar a la FNC, estaproporción sube a más de 93%.
Por consiguiente, es urgente que el sector viva una real metamorfosis: permitiendo la producción de todas las variedades de café, liberando las exportaciones, enfocando la investigación y la capacitación del sector hacia los pequeños y medianos caficultores que representan más del 70% de la producción nacional, ampliando el consumo interno, aunando en la transformación del producto desde el territorio colombiano y promoviendo que el caficultor sea la persona que le dé valor agregado al producto desde su conocimiento agrícola y su cultura idiosincrática. También necesitamos que la productividad por hectárea aumente y que, sobre todo, la intermediación entre el caficultor y el consumidor final sea más directa. La caficultura colombiana debe pasar de ser una economía de materia prima a una economía de productos de valor agregado.
No hay tiempo que perder, el sector café y la FNC deben modernizarse, con el principal objetivo que mejoren las condiciones de vida de los medianos y pequeños caficultores.
* Senadora de la República por el Centro Democrático