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Juntos, como no debe ser

Al presidente Santos lo tienen simultáneamente apretado su nuevo mejor amigo, el señor Maduro y, como era de preverse, su cogobernante compañero de ruta, las Farc.

 

El primero, porque para desviar la atención de los gravísimos problemas que afronta en su país por su torpeza, corrupción y represión, ha decidido correr la frontera marítima, anexándose las aguas en disputa con Colombia en el Golfo de Maracaibo, según denominación venezolana o de Coquibacoa, aquí en Colombia. La sombra de la amenaza militar se cierne sobre nuestro país, porque contrario a lo que piensan los plañideros, no se trata de una balandronada que no piensa cumplir, para alinear a sus incautos compatriotas, sino una posibilidad real, que no dudará en materializar si la considera necesaria para mantenerse en el poder, por lo que está dispuesto a pagar el costo que sea. Ese dictador no tiene escrúpulos

 

Las segundas, porque no cesan su locura terrorista y, encima de todo, salen a amenazar, con el mundo como testigo, a los colombianos, como castigo porque no se cumplen sus exigencias, de manera inmediata. Como si no les bastara el tartamudeo solícito del presidente, que siempre termina por encontrar una “formula” que los sacie, porque su apetito es atragantarse de Colombia entera y de manera rápida. Es que el presidente les parece muy lento en su proceso de hincar la rodilla y ya se les agota la paciencia, maestras, como son, en presionar mediante el uso extremo de la fuerza a quienes se muestran débiles y complacientes.

 

Y no crean, amables lectores, que estos dos acontecimientos se presentan de manera casual. Podría apostar que las agendas y los propósitos de Maduro y alias Timochenko están coordinadas de hace tiempo. Y las de estos dos personajes con las de sus aliados. O ¿cómo se explica el silencio de la Farc frente al manotazo de Nicaragua sobre el mar económico de Colombia en San Andrés? ¿O el uso criminal de la frontera del Catatumbo para exportar cocaína y convertir esa frontera en un nido de narcotraficantes con el visto bueno y la participación –eso demuestran las denuncias internacionales a los máximos dirigentes “bolivarianos”- de la dictadura venezolana? A ambos les conviene presionar al presidente porque ambos salen gananciosos.

 

Ya lo han hecho en el pasado Chávez y Pedro Antonio Marín y Chávez y alias Alfonso Cano, pero ahora con la ganancia que recogen en la Mesa de Habana, con la imbricación absoluta de intereses delincuenciales, la cosa es de marca mayor. Y si no, ¿dónde está la protesta de las Farc ante la arbitrariedad venezolana, verdadero acto de agresión contra la soberanía nacional? ¿Dónde la condena del gobierno del vecino país a los ataques terroristas de las Farc a la infraestructura y el medio ambiente, que ha perjudicado y causado gravísimos problemas a más de cien mil colombianos y daños irreparables a la naturaleza, allá Tumaco, en el Pacífico nariñense?

 

De este episodio de las conversaciones de paz sólo quedan un par de verdades que no podrán estar sujetas a una comisión amañada: una de ellas es que las Farc no defienden el interés nacional frente a las amenazas extranjeras, si estas provienen de sus aliados. La integridad del territorio colombiano los tiene sin cuidado. Sus silencios son elocuentes. Quizá dirán que el “proletariado” –ellos dicen que son un partico comunista clandestino- no tiene patria, según enseñaron Marx y Lenin. Su lealtad no está con Colombia. El silencio para favorecer a otros países, suena a quintacolumnismo.

 

Otra, que la actitud pusilánime del gobierno deja ver a las claras que el interés nacional y la defensa de la soberanía nacional tampoco son sus prioridades. Ya lo demostró anteriormente en el citado caso de San Andrés. Y en su timorata reacción tardía ante el anuncio de Maduro, la cual sólo se produjo semanas después de realizado éste. Todo indica que iba a pasar de agache, si no es porque sectores no oficiales denunciaron la trama.

 

El de las Farc es un acto de…pónganle ustedes el calificativo, a la patria. Y el del presidente….