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La crisis de Maduro y la paz de Colombia

La crisis de Maduro, con Fidel en las últimas y Raúl hablando con Obama, puede representar el fin del refugio apacible del que han disfrutado los cabecillas de las Farc en Venezuela.

 

Mire usted, Señor Presidente, cómo sus “nuevos mejores amigos” destrozaron a Venezuela. Mire usted cómo destruyeron su base productiva y convirtieron el poder en instrumento represivo para sofocar a punta de miedo, muerte o cárcel la voz de los opositores. Mire cómo la quebraron, cómo dilapidaron su riqueza y cómo el bravo pueblo aguanta hambre.

 

Mire usted, Señora Canciller, cómo tantos demócratas del mundo empiezan a condenar el silencio de Colombia, obligada a hacer respetar la Carta Democrática y a ser coherente con el respeto de los derechos humanos que tanto cacarean en nuestro país. ¿Y de qué sirvió la actitud débil ante los abusos cometidos en Venezuela contra periodistas colombianos como Patricia Janiot, NTN 24, el equipo de Claudia Gurisatti, Juan Pablo Bieri y la gente de Red Más Noticias?

 

Mire usted, Señor Ministro de Defensa, cómo en medio de la opereta de declaraciones contradictorias sobre el cese bilateral tienden a volverse comedia sus declaraciones altisonantes en las que ofrece recompensas y perseguir culpables de matanzas, secuestros, extorsiones y narcotráfico a sabiendas de que los máximos responsables se encuentran refugiados en Venezuela, con el beneplácito de su propio jefe.

 

Mire usted, Señor Ministro de Hacienda, lo que le ocurre a una economía próspera cuando el gobierno reproduce la corrupción incubada en las toldas de su coalición, golpea con arengas populistas a los industriales, espanta la inversión, genera incertidumbre con el cambio frecuente de las normas tributarias, estimula el despilfarro a cambio de “gobernabilidad” e ignora con vanidosa arrogancia las señales de alerta.

 

Mire usted, doctor De la Calle, el costo de aceptar que las llaves del proceso de paz las tenga Maduro en su condición de anfitrión 5 estrellas de los comandantes terroristas, manteniendo amedrentados a Santos y a su equipo negociador. Recuerde aquel humillante episodio cuando el presidente, manso, aceptó ir a ofrecerle excusas a Maduro por haberse atrevido a recibir a Capriles. Una cosa es apoyar el proceso de paz y otra, pretender imponer condiciones inaceptables.

 

Miren ustedes, negociadores de las dos delegaciones en Cuba, cómo esta crisis venezolana, con Fidel en las últimas, Raúl mirando a Washington y el senador Leahy en La Habana, debe acelerar la firma de un acuerdo justo, sostenible y presentable ante Colombia y el mundo si es que las Farc tienen una verdadera voluntad de paz. La crisis de Maduro y la llegada gringa a la isla pueden representar el fin del refugio apacible que les han ofrecido a los cabecillas de las Farc, como lo señalan Salud Hernández y Mauricio Vargas.

 

Miren ustedes, Leopoldo López, María Corina, gobernador Capriles, alcalde Ledezma, líderes estudiantiles, presos políticos y sus familias, cómo su lucha valiente por salidas democráticas y pacíficas encuentra simpatías en amplios sectores colombianos, así nuestro gobierno calle. Sepa usted, señora Lilian Tintori, cuánto admiramos su coraje y cuánto afecto profesamos a la distancia por sus pequeños hijos.

 

Miren ustedes, ciudadanos de Venezuela, que desde Colombia sufrimos por su tragedia. Nos duelen sus filas, sus enfermos sin medicinas, sus bebés y sus ancianos sin pañales, sus niños sin leche, sus familias sin mercado. Y, claro, nos duelen nuestros compatriotas que sufren en Venezuela, en Cúcuta y en las zonas de frontera.

 

Y miren ustedes, amables lectores, lo que ocurre cuando se toleran el abuso de poder y la corrupción de las cúpulas gobernantes, lo que sucede cuando los gobiernos dejan de escuchar las voces de la oposición, en lo que terminan los regímenes que ganan elecciones a punta de dádivas, lo que pasa cuando se toleran el narcotráfico y el terrorismo o lo que se incuba cuando se pretende acallar a la prensa libre. Miren ustedes.

@juanlozano_r