A partir del 20 de julio se inició una etapa de la cual dependerá el futuro de las conversaciones en La Habana. No es aventurado decir que los días que empezaron a correr, desde esa fecha, pueden ser una gran oportunidad o el camino hacia otro traspiés.
Todo dependerá de la voluntad real de las Farc y de los hechos. Pero, también, de los pasos que decida dar el Gobierno.
Y en este orden de ideas, es necesario hacer varios planteamientos.
Primero: en materia de verificación, se le debería solicitar a la Organización de Naciones Unidas (ONU) que participe en el diseño e implementación de un mecanismo de vigilancia del cese al fuego y hostilidades unilateral de las Farc.
Los 70 años de experiencia que tiene la Organización en estas lides, a la que ha hecho referencia Fabrizio Hochschild, son de la mayor importancia práctica en el momento actual.
Por esa razón, no debe acudirse a ella solamente en busca de que proporcione insumos técnicos para la subcomisión del fin del conflicto, sino con el objeto de estructurar un modelo que se aplique en el futuro.
Segundo: para el efecto señalado anteriormente, se le debería pedir a la Organización de Estados Americanos, al Comité Internacional de la Cruz Roja y a la Unión Europea que trabajen, conjuntamente con la ONU, en la estructuración y puesta en práctica del esquema de monitoreo del cumplimiento de lo anunciado por las Farc.
Tercero: estas y otras organizaciones que participen en las tareas señaladas, deberían determinar la necesidad de puntos de ubicación de los miembros de ese grupo, a efecto de que el cese unilateral sea real y eficaz, y propiciar los acuerdos necesarios sobre el particular.
Cuarto: el objetivo de la verificación debería ser construir confianza en los diálogos, mediante la seguridad que se le dé a la ciudadanía, a las conversaciones y a las Farc, que sería la consecuencia de que las palabras se transformen en hechos.
Quinto: el Gobierno debería invitar a distintos estamentos y fuerzas del país a tomar parte, con ideas y sugerencias, en el diseño de una propuesta nacional sobre la verificación del cese unilateral de fuego y hostilidades de las Farc, que sea sólida, capaz, experimentada, imparcial y que tenga músculo político y económico.
En un momento tan difícil es aconsejable escuchar al Coordinador Residente de Naciones Unidas en nuestro país, quien opina que “las medidas unilaterales que no se conversan con la otra parte están en peligro de ser muy frágiles”. Y, con mayor razón, cuando de lo que se trata es de lograr que se pueda negociar en La Habana sin que las Farc hagan terrorismo en Colombia.
Acudir a la ONU para que contribuya con su experiencia y conocimiento al monitoreo del cese al fuego bilateral y definitivo, que es el punto de llegada, resulta fundamental, desde luego. Pero, ahora, lo que se necesita es actuar ya. Y hay que hacerlo teniendo presente que la verificación es la clave.