Estas eran algunas de las cualidades de Andrés Uriel Gallego. Ingeniero notable, profesor reconocido por sus alumnos como el mejor entre los mejores, ejecutor cuando tenía la responsabilidad de un cargo público. Lo anterior en la parte profesional, pero lo más importante era la persona, sus convicciones, su formación en el hogar y en la vida que muchos no entienden y critican, pero por esa formación y convicciones era un hombre confiable.
Trabajó por 12 años con el presidente Uribe, primero en la Gobernación de Antioquia y luego en la Presidencia de la República. Ni una tacha ni un problema de malos manejos ni un señalamiento por casos de corrupción que, lamentablemente, se han vuelto tan comunes en nuestro país. Es que la ética es fundamental en la vida y más cuando se trata de manejar los asuntos del Estado.
Fue leal con los colombianos y con su jefe. Lealtad que tanta falta hace en un país que se mueve casi siempre por intereses personales y políticos de ocasión. Cuántos hemos visto que se mueven siguiendo el dicho de "muerto el rey viva el nuevo rey".
Recibió críticas sí, como las recibimos quienes hemos ocupado cargos públicos porque no se les puede dar gusto a todos. Hay que gobernar para los colombianos y no para satisfacer intereses personales, pero estos no atendidos en sus aspiraciones apelan a las críticas públicas.
Visionario y conocedor de las necesidades futuras de Colombia en obras públicas, proyectó las Autopistas de la Montaña, además de muchas otras obras necesarias para el país. Quienes querían borrar todo vestigio de la administración anterior cambiaron el nombre por las Autopistas de la Prosperidad, pero son las mismas, lo importante es que se hagan y no las demoren más por ser del gobierno anterior y por ser, muchas de ellas, en territorio antioqueño para hacer algo de justicia con esta tierra abandonada por el centralismo imperante y agravado.
Andrés Uriel era un defensor de sus convicciones. Católico sin vergüenza para predicarlo y mostrarse como buen practicante. A él, como al Procurador, lo atacaban por su firmeza y seguridad con que defendía su fe católica. Muestra también de ser una persona confiable en sus procederes.
Las obras públicas, para él, eran para el servicio de la comunidad y del país como debe ser y no para beneficio de unos pocos como ocurre con tanta frecuencia. Las obras públicas se proyectan para el beneficio de los colombianos y no para el lucimiento de algunos y menos para enriquecerse unos pocos como vemos que está pasando ahora. Recuerdo una vez, hablando del proyecto de un puente de mucha importancia para Colombia, me comentó que unos diseñadores habían planeado la obra para ganarse el premio nacional de ingeniería y no para el servicio de la comunidad. Son cosas importantes en las decisiones de un funcionario que muchas veces pasan desapercibidas.
Que los ejemplos de Andrés Uriel sirvan como guía de ética, de moral, de servicio público, de honestidad, de dedicación al trabajo, de buen manejo de los dineros públicos, de defensa de sus convicciones y de muchos atributos que lo acompañaron durante su vida.