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Lo bueno, lo malo y lo feo

Algunos hechos de la jornada electoral que concluyó el domingo pasado y que vale la pena resaltar.
 

 

Lo bueno:

La representación de la mujer colombiana en cabeza de las doctoras Martha Lucía Ramírez, Clara López y Aída Abello. Tres mujeres excepcionales que con conocimiento, altura y dignidad, no solo hicieron importantes aportes para la transformación del país, sino que matizaron la áspera campaña y, aunque la votación no les alcanzó para llegar a la segunda vuelta, fue tan significativa que se convirtieron en un "botín electoral" importantísimo para definir quién será el próximo presidente de Colombia.

 

Bueno, el triunfo del candidato del Centro Democrático Óscar Iván Zuluaga

 

Bueno, el comportamiento de la Registraduría Nacional. La rapidez con la que entregó resultados.

 

Lo malo:
 

El abstencionismo que alcanzó el sesenta por ciento (59.98 %) y se constituyó en el gran ganador. Una conducta que obedece, no solo al descontento que reinó por los escándalos que marcaron la contienda sino, también, a una lastimosa tradición nacional.

 

Ignorancia o desidia. Todo el que, por una u otra razón, se abstiene de votar debilita el sistema democrático y allana el camino de la corrupción. Sin embargo, los abstencionistas creen no tener responsabilidad alguna en los problemas del acontecer político nacional y se consuelan pensando que el país está mal por culpa de otros, cuando buena parte de esa carga es suya. No votar es decir que el país les importa un tamarindo y con esa indolente actitud, nos perjudicamos todos.
 

 

Lo feo:

El comportamiento de los principales medios de comunicación: RCN, Caracol, La W, Blu Radio, Semana, El Espectador y El Tiempo, que en manos de periodistas irresponsables, dejaron de lado su obligación de informar objetivamente y se involucraron en la contienda electoral, al haberse inclinado a favor del candidato presidente.

 

Feo, el peligroso, agresivo y embaucador discurso del candidato Juan Manuel Santos, quien a pesar de las gabelas propias de su cargo, de las toneladas de mermelada repartida y de las "picardías" empleadas para tratar de quitar del camino a su más difícil rival, no pudo ganar.

 

Vergonzoso, que quien se proclamó "candidato de la paz" tergiversara ideas del doctor Óscar Iván Zuluaga para alimentar hostilidades. Nada sano provocar al pueblo invitándolo a escoger entre el bien y el mal, entre "el miedo y la esperanza", entre "la guerra y la paz", entre "los que quieren casas para los pobres y los que no", los que "reconocen a las víctimas y los que no las reconocen", "los que quieren guerra con los vecinos y los que preferimos las buenas relaciones", puesto que nada de eso se ajusta a la verdad.

 

La paz no tiene enemigos. Una cosa es paz y otra muy distinta es un proceso de paz.
 

 

Aquí no hay guerra, lo que tenemos es una banda de narcoterroristas sindicados de cometer crímenes de lesa humanidad, que lleva años tratando de tomarse el poder a la fuerza. Una banda que por obra y gracia del amparo que les ha brindado el candidato-presidente Santos, se fortaleció y ahora se cree con derecho a cambiar nuestro aparato estatal y a gobernar.
 

 

Feo, muy feo jugar con las palabras para confundir.
 

 

Feo, que el fiscal Montealegre se involucrara en la campaña del presidente Santos, e igualmente feos, los aspavientos y los gritos del expresidente de la "Catedral".
 

 

Aunque quedan cosas en el tintero, esto fue: lo bueno, lo malo y lo feo, de la justa electoral.

 

FUENTE: elcolombiano.com