Con Álvaro Uribe Vélez sucede lo que ocurre con las figuras que generan manifestaciones intensas de adhesión o de rechazo.
La gente las ama o las odia, hace que sean destinatarias de sus aplausos o de las descalificaciones de todo lo que piensan y dicen.
No hay en relación con ellas un discernimiento tranquilo, sino alabanzas emocionadas o señalamientos implacables.
Debido a esa visión cargada de turbulencias acerca de su significado para el país es que, desde una orilla de la nación, se señala a Uribe como enemigo de la paz.
Muchos olvidan que, por el contrario, ha dedicado buena parte de su vida a buscarla.
Siendo muy joven jugó un papel destacado en las comisiones que designó Belisario Betancur.
Luego, en su calidad de Gobernador de Antioquia, planteó la realización de diálogos regionales con el Eln.
Sostuvo que, para ese efecto, era necesaria la presencia de los cascos azules de la ONU, y dijo que se requería escuchar a expertos en negociación, para lo cual invitó al profesor Fisher, de la Universidad de Harvard.
Señaló, también, que resultaba indispensable oír una voz autorizada en procesos exitosos, razón por la que vino a Colombia Schafik Hándal, ex guerrillero de El Salvador quien participó en el proceso de su país.
Luego se escuchó su voz en defensa de lograr que los acuerdos con el M-19 no fracasaran, y como Presidente buscó aproximaciones con las Farc y el Eln, además de haber conseguido la conclusión de esfuerzos sin antecedentes con los grupos ilegales de autodefensa para obtener su desmovilización.
Sin embargo, a pesar de éstas credenciales, son muchos los que lo sindican injustamente de ser portavoz de la guerra.
Lo que defiende es el valor de la seguridad, la conveniencia de que las conversaciones se adelanten sin que las Farc simultáneamente hagan terrorismo, y la paz sin impunidad y sin participación en política de los culpables de los más graves delitos.
En eso ha consistido su lucha en ésta etapa de la vida del país.
Pero, como de lo que se trata es de combatirlo, no se ven los hechos ni se oye lo que plantea con tanta claridad.
Eso ha sucedido en estos días nuevamente.
Con ocasión de la visita de Kofi Annan a nuestro país, quien se ofreció como mediador entre Uribe y Santos, el expresidente dijo varias cosas que deben ser registradas.
Además de agradecer el noble gesto del ex secretario de la ONU, señaló que si “ayuda a que en el Gobierno haya receptividad a las preocupaciones del Centro Democrático pues nosotros depositamos en él nuestra confianza”.
Y luego anunció que le entregaría un documento contentivo de las inquietudes del CD para que le dé el trámite “según su leal saber y entender con el Gobierno”.
Está claro? Ahora lo que falta es que se lo lea bien.