Mi posición hasta hoy había sido favorable hacia el voto obligatorio y le veía muchos aspectos positivos dadas las condiciones sociales, económicas y culturales colombianas.
Porque en un País donde quienes elijen son los abstencionistas y donde esas mayorías que se quedan en sus casas el día de elecciones asqueados con la podredumbre politiquera y la corrupción rampante, les dan patente de corso a los inescrupulosos para que manipulen los pocos votantes a través de dineros mal habidos y perniciosos, es necesario establecer mecanismos que se conviertan en una barrera natural que modifique las costumbres.
Con el voto obligatorio el universo de electores sufriría un incremento inalcanzable por los dineros corruptos, y ya los gamonales políticos no tendrían acceso a mucha parte de la votación, por lo que el inconformismo se tendría que ver reflejado necesariamente en las urnas donde el voto en blanco adquiriría un verdadero sentido y podría ser la mejor arma de protesta. Es decir, las urnas sí reflejarían la verdadera voluntad del pueblo y eso ayudaría a perfeccionar la democracia. ¡Hermosa teoría!
Pero, paradójicamente, las mismas condiciones sociales, económicas y culturales que me convencían de las bondades del voto obligatorio, me llevan hoy a considerarlo como nefasto y peligroso. ¿Por qué? Porque la actual intención de instaurar la obligación del sufragio se fundamenta en hechos diferentes y en imposiciones de los enemigos de la Patria. Porque solo están buscando una farsa electoral de la cual aferrarse para legitimar los desmanes, los descaros y las aberraciones de los mayores criminales del país, y generarse total impunidad a través de un mecanismo democrático, imperfecto por sus propias características.
Imponer el voto obligatorio precisamente cuando los colombianos tendremos que decidir en las urnas si apoyamos o no la impunidad al terrorismo, la permisividad del descaro, el olvido de los criminales, la cesión del territorio, la declinación de los principios y de la dignidad, y el futuro impuesto por manos macabras y criminales, es un acto oportunista y descarado que solo beneficia a nuestros enemigos y les da una legitimidad internacional que sabrán aprovechar para tomarse este país sin relativo esfuerzo.
Suena paradójico que quisiéramos dejar limitada la participación popular precisamente cuando de su voluntad depende el futuro de la Patria. Pero es que el riesgo de manipulación de esa voluntad en los momentos actuales es inminente. Un Gobierno sin escrúpulos para gastar en mermelada, en compra de votos, en desfiguración de la verdad, en penetración de los medios de comunicación; sumado a la inmensa fortuna de las Farc (producto del narcotráfico, el secuestro, la extorsión y demás crímenes, y de la cual no se ha hablado ni se les ha exigido que devuelvan) y añadido a sus métodos intimidatorios y extorsivos, tendrán la capacidad para penetrar esas votaciones y debilitar la voluntad de un pueblo que definitivamente no cree en las buenas intenciones de los criminales pero que, producto de las circunstancias, terminará legitimando sus actuaciones y otorgándoles el poder a través de los mismos mecanismos democráticos que ellos han minado, atacado, destruido y desfigurado.
En este caso entonces sería contraproducente imponer el voto obligatorio, pues los colombianos inermes nos tendríamos que enfrentar a unos poderes económicos ilícitamente constituidos, que buscarían en la urnas lavar y expiar sus culpas para, a renglón seguido, ocupar las más altas dignidades amparados en la supuesta voluntad popular. Es decir, corremos el riesgo de otorgarles el poder del Estado en bandeja de plata a las Farc, quienes gustosamente accederían por las urnas a ese mismo Estado que tienen acorralado mediante las armas y los métodos más infames y aberrantes. Y en esa trampa no podemos caer. Por eso mi NO al voto obligatorio en estos momentos. A no ser que en el referendo donde pretenden estrenar el voto obligatorio se incluyera la revocatoria de los más altos poderes del Estado, empezando por el Presidente. ¡Otro gallo cantaría!
@titepava