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No hay afán

Fuente: www.elheraldo.co

Por: Tatiana Cabello

@Tatacabello

Un dirigente político debe siempre cuidar sus palabras, sobre todo ahora que estas llegan rápidamente al grueso de la población por numerosos canales. No en vano se dice por ahí que entre el cielo e Internet no hay nada oculto.

Leía en estos días en varias publicaciones que nuestro primer mandatario no tenía prisa en nombrar al alcalde encargado de Bogotá, proveniente de la terna presentada por la Alianza Verde. Raro sería que declarara que le parece importante, urgente y primordial. Debemos entonces entender que para el alto gobierno la situación política de Bogotá –y buscar su armonía– no amerita tomar decisiones con prontitud.

Y aunque mantener la calma y pensar con cabeza fría es una opción, también es actuar y permitir que una ciudad golpeada por carruseles, oportunismo, populismo y polarización, retome su caminar unánime. ¿Acaso no estamos cansados de vivir días de interinidad, incertidumbre y desgobierno? Pero parece que el “no hay afán” seguirá adelante y triunfará, así como lo ha hecho en otros escenarios que requerían decisiones inmediatas.

Mucho anuncio y sentimientos (ojo, solo sentimientos) de solidaridad con Gramalote, pero ahí no hay afán.

Mucha preocupación por un firmar un proceso de paz, pero para exigir a la guerrilla que cesen los atentados a la población civil, se reconozcan a las víctimas y dejen el narcotráfico no hay afán.

Miles de golpes de pecho por la triste situación del sistema educativo y promesas de reformarlo de la mano de educadores y estudiantes, pero para tomar decisiones y presentar esa fórmula revolucionaria para el sector tampoco hay afán.

Salas llenas de pacientes en espera e interminables filas para obtener una cita médica, pero para garantizar eficientemente el acceso a la salud no tiene ningún afán.

Y así para muchas cosas: robo de celulares, ataques con ácido, alternativas de producción frente a firmas de TLC, víctimas de paseo millonario, crímenes ambientales, entre otras. Es cierto que un buen Presidente no es el Dios que todo lo soluciona, pero tampoco es aquel que viendo las prioridades y las dificultades de su nación, opta por tomar una posición meditativa y reflexiva ante esos problemas y le saca el cuerpo a ejecutar correctivos inmediatos.

¿Por qué entonces sí hay afán cuando las fuerzas militares rodean a un cabecilla guerrillero y toca sacarlo en tiempo record a Cuba? ¿Por qué sí hay afán para salir a declararse en contra de atacar al principal líder de una guerrilla que atenta contra civiles e infraestructura? ¿Por qué sí hubo afán de sacar una reforma tributaria que ha castigado tanto el bolsillo de la clase media y emprendedora de este país? ¿Por qué entonces sí hay afán y necesidad de vender Isagén?

Repito que nunca esperaría de un Presidente –y menos del actual– que nos salve él solo (y totalmente) de la debacle, pero tampoco esperaba uno que usara poco el sentido común para darse cuenta de las necesidades que tenemos y, abiertamente, declarara que para tomar decisiones sensibles e importantes, y que ya están súper estudiadas y analizadas, no hay afán.

Desafortunadamente para la reelección sí hay afán.

Por si Acaso: a mi hermosa tierra cesarence le nace otro problema: Con más de 120 casos de violencia sexual, en lo corrido del 2014, se habla de un posible incremento de este flagelo. Todas las alertas deben encenderse.