A lo largo de los casi seis años que completa en la Presidencia, Juan Manuel Santos nos ha acostumbrado a tener unas salidas desconcertantes, que terminan logrando todo lo opuesto a lo que el Mandatario se proponía.
Como cuando dijo que ‘ese tal paro no existe’, en referencia a un paro agrario que tuvo en jaque al país y que se fortaleció mucho más tras la desafortunada aseveración de Santos.
La más reciente metida de pata del Gobernante– sin contar la amenaza de ayer de que si el plebiscito no se aprueba las Farc irán a la guerra urbana–sucedió en días pasados cuando se le ocurrió manifestar, a través de un trino, que le daban “risa” “esos” que están recogiendo firmas para convocar una resistencia civil contra el proceso de paz que se desarrolla en La Habana.
Para comenzar, con ese destemplado trino, el Presidente pela el cobre y demuestra que ese talante democrático que dice tener no existe. Porque la primera característica que posee un mandatario verdaderamente demócrata es que respeta las ideas ajenas y, sobretodo, a la oposición.
Pero más allá de que lo desenmascara, ese trino va a ser el mayor impulsor de esa ‘firmatón’ pues muchos que no habíamos considerado estampar nuestra rúbrica en esa cruzada, tras esa necedad del Presidente ahora estamos considerando hacerlo.
Además, quisiera ver qué tanta risa le va a producir al Presidente que los promotores de la iniciativa terminen presentando millones de firmas que se oponen a lo pactado en La Habana.
Ese tipo de actitudes pueden terminar enredando el resultado de un referendo del cual el proceso de paz debería salir airoso con relativa facilidad. Si Santos no sigue metiéndose autogoles, por supuesto.
Simplemente porque en esa consulta se hará una sola pregunta, que, palabras más o palabras menos, será: “¿Apoya usted el acuerdo de paz que se firmó en La Habana? Y a la gran mayoría de los colombianos le va a resultar muy complicado responder ‘No’.
No tanto porque estemos convencidos de que lo que se está acordando en Cuba sea una panacea, sino porque creemos que a estas alturas sería mucho peor que ese proceso se cayera a que se firme ese acuerdo, así éste nos genere muchos interrogantes.
Este país no aguanta la frustración de que un proceso que ha avanzado tanto se caiga y que después de tanto esfuerzo y tanto desgaste volvamos a quedar en el mismo punto en el que estábamos hace seis años.
Pero, además, el ‘Sí’ cuenta con el apoyo de la aplanadora gubernamental que se la va a jugar para que esa opción gane. Con los votos de los funcionarios públicos y de sus familias se alcanza, al menos, el 25% de la votación que se requiere. Excelente plante para iniciar cualquier campaña. Y que a ningún funcionario se le ocurra apoyar el ‘No’ porque –remember– ese tal talante democrático de Santos no existe.
El gran riesgo para la refrendación popular de los acuerdos de paz no era que se impusiera el ‘No’ sino que los colombianos, tan perezosos que somos para acudir a las urnas, no salgamos a votar en el volumen que se requiere.
Por eso, el Gobierno bajó el umbral, es decir la cantidad de votos que se requiere para que la consulta sea válida, a sus “justas proporciones”.
Insisto, el ‘Sí’ debe imponerse con holgura en ese referendo. A menos de que las salidas destempladas de Santos terminen dándoles alas a los que se oponen a esa opción.
@dimartillo