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Otra comedia que se acaba

Cuba fue la ganadora de la Cumbre americana de mandatarios. Protocolizó la firmeza de los puentes que se han tendido para normalizar sus relaciones diplomáticas con los Estados Unidos. Resultó mucho más hábil y pragmático Raúl que su hermano, el fundamentalista Fidel.

 

Venezuela, como es ya tradicional, hizo el oso. Fuera de los gazapos gramaticales del primitivo Maduro, solo obtuvo en sus deshilvanadas retahílas verbales, el apoyo de la farándula presidencial boliviana, nicaragüense, ecuatoriana y argentina.

 

La reunión se salvó por los resultados positivos para Cuba y un relativo reencauche estadounidense ante la América Latina desvertebrada y sonámbula. De resto, quedó demostrado que esta región para coincidir en frentes comunes que la saquen del subdesarrollo, está disgregada entre los pocos gobiernos serios y los más, perdidos en la manigua del populismo y la demagogia.

 

En América Latina difícilmente se dan consensos para asumir responsabilidades. Ya lleva dos cumbres sin lograr unificar criterios que se consagren en declaraciones finales como hoja de ruta para trabajar en su progreso social y desarrollo económico. Anarquizada conceptualmente, sigue siendo la región con más desigualdad en el mundo y en donde la productividad -según dijo Luis Alberto Moreno, el del BID-, lleva 20 años estancada. Su crecimiento, según cifras de la Cepal para este año, a duras penas logrará un promedio del 1 %. Y así seguirá siendo imposible reducir las brechas sociales que son sus llagas y estigmas insanables.

 

América Latina no avanza al desaprovechar sus claras ventajas comparativas y competitivas que tiene frente a muchas naciones del mundo. Tiene expresiones culturales, artísticas, intelectuales, literarias ricas y variadas, unidas a través de una misma lengua. Su atraso, sí, es evidente en ciencia, tecnología, investigación. No es sino mirar las bajas posiciones que ocupan sus universidades en el escalafón mundial, para deducir que aún nos falta mucho en educación, innovación y patentes para avanzar en la conquista del conocimiento.

 

En Latinoamérica la mayoría de sus gobiernos están perforados por la politiquería y la corrupción. En la región abundan más los caudillos populistas que los estadistas. Los totalitarismos quieren sustituir la democracia. Tales adversidades la ciegan e incapacitan para que se gobierne con probidad y se atiendan los reclamos de justicia social, de respeto a los derechos humanos y de enfrentar con eficacia los altos índices de desigualdades, de narcotráfico, de inseguridad, de criminalidad.

 

En la reunión de Panamá se perdió otra oportunidad de mostrar y lograr una Latinoamérica seria, solidaria, coherente en metas concretas y comunes de progreso. Esta cumbre evidenció una vez más, que mientras la baja calidad moral e intelectual de muchos de sus jefes de Estado y conductores políticos constituye una condena, sus escritores, sus artistas, sus intelectuales siguen sacando la cara por esta América mestiza para que no se asfixie en el ostracismo y en la desvergüenza.

 

“Cuando Dios hizo el Edén pensó en América”, canta Nino Bravo. Pero quizá ni en su infinita sabiduría el Creador se imaginó que sus mandatarios salieran con un promedio de calidad tan pobre….