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Otra reversa de Santos

Nadie es río para no devolverse y sólo los imbéciles no cambian de opinión. Ambas máximas son aplicadas con frecuencia en la Casa de Nariño y han de estar grabadas por ahí en el despacho del primer mandatario. Si hay un cambio en la palanca gubernamental que funcione bien ese es el de la reversa. En todas las materias el primer mandatario ha demostrado inconsistencia. Echa para atrás sin agüero y se ha vuelto experto en contradicción. La última reversa la está empleando a fondo para desmentirse a sí mismo con el tema de la refrendación para los acuerdos de paz.

 

Si hay algo que molesta más que su falta de ‘coordinol’ es que nos crean tontos. Dice el gobierno ahora que nunca se montó en la idea de un referendo para que el pueblo aprobara lo acordado en La Habana y sin embargo estuvo liderando los debates de una ley estatutaria para permitir que este mecanismo de participación ciudadana coincidiera con otras elecciones, pensando justamente en refrendar la paz por esa vía. El proyecto de ley que impulsó con ahínco hace unos meses el ministro del interior incluía en su título que los cambios en la metodología del referendo se hacían a propósito de “los acuerdos para la terminación del conflicto”. Ahora Santos dice que la del referendo nunca fue una opción y nos quiere embarcar en una figura ciertamente exótica de plebiscito, con voto obligatorio, que se realizaría en varios días para garantizar que los acuerdos tengan legitimidad, es decir, respaldo popular.

 

¡Curiosa forma de legitimidad a la fuerza! Como teme que ‘su paz’ no genere el entusiasmo suficiente para superar los umbrales que imponen el referendo o la consulta popular, busca introducir en el ordenamiento jurídico un mecanismo que no garantiza los supuestos básicos de la participación ciudadana y de la democracia, como la libertad a la hora de escoger si votar o no.

 

Pero ahí no se detiene la contradicción. Luego de instalado el nuevo Congreso en 2014, la bancada del centro democrático propuso instalar en Colombia el voto obligatorio para disminuir las prácticas clientelistas que pululan en el país. Los primeros en oponerse fueron los mismos que hoy quieren promover el voto obligatorio como el senador Roy Barreras. ¡Cuánto conejo a la hora de hablar de paz!