Hace cuatro años, en medio de una expresión colectiva de confianza y optimismo, elegimos al actual Gobierno. Sus verdaderas intenciones pronto se hicieron evidentes y hemos sido testigos de un gobierno engañador, químicamente tramposo, dilapidador y oportunista.
Por ello, el Centro Democrático se ha erigido para responder y enmendar por el deterioro de la seguridad, la desmotivación de las Fuerzas Armadas, las señales de duda en la inversión, el estancamiento social, el derroche de los recursos públicos, la falta de Gobierno que escuche bien a los sectores sociales y productivos. Estamos decididos a enfrentar el riesgo del Castro-Chavismo.
Nosotros somos mano firme y corazón grande. Queremos un país seguro, sin vacilaciones frente al terrorismo, con absoluto respeto de las libertades; con justicia, sin impunidad para que pueda haber perdón; con desempeño sobresaliente en política social, también en inversión privada que sea incluyente a los jóvenes y sectores de reducidos recursos; queremos una Nación que se proponga vibrar alrededor de la educación; con un permanente ejercicio de democracia participativa, de diálogo popular; fraterno en las relaciones internacionales, pero nunca débil ni ambiguo frente a sanguinarias tiranías.
Queremos un gobierno que se le entregue de corazón al pueblo, un gobierno comprometido con la seguridad como el camino de la paz, un gobierno que entienda la democracia como una reafirmación de principios. Por eso creemos firmemente en Oscar Iván Zuluaga, nuestro candidato a la Presidencia de la República, un hombre decente, transparente, auténtico, que cumple y tiene palabra. Óscar Iván Zuluaga ha sido compañero de todas las batallas y no pasajero de ocasión. Su preparación, imaginación y liderazgo permitieron que Colombia superara las grandes crisis de la economía internacional y local. El temple de su personalidad serena no solamente le ha permitido acompañarnos y orientarnos, sino además librar en Caldas recias luchas con predominio de los principios, sin que los halagos de la victoria ni los rigores de la derrota hayan acomodado sus posiciones.
La tarea del Centro Democrático apenas empieza. Queremos hacer de ésta una colectividad que sea instrumento de construcción de Colombia para las nuevas generaciones. A ellos, a los jóvenes, y a quienes habrán de venir, que sepan que el amor a la Patria permite enfrentar con alegría las mayores dificultades.